La Arteterapia: Una Puerta abierta a la Recuperación Emocional Post-Desastres Socionaturales
Adriana Espinoza
Introducción
Chile es un país caracterizado por enfrentar constantemente grandes emergencias y desastres socionaturales tales como terremotos y tsunamis, aluviones producto de la lluvia, erupciones volcánicas, así cómo también, la ocurrencia de desastres antropogénicos causados y mantenidos por acción humana tales cómo la contaminación ambiental en las denominadas Zona de Sacrificio. A lo anterior se suma una serie de incendios forestales generados en múltiples focos de las zonas centro y sur de Chile, entre las regiones de Coquimbo y Los Lagos, pero que afectan con mayor intensidad en las regiones de O'Higgins, Maule, Biobío y Valparaíso. Estos eventos han puesto a prueba la infraestructura y capacidad de respuesta del país (INDH, 2023).
En febrero de 2024, un mega incendio afectó las comunas de Viña del Mar, Quilpué y Villa Alemana, en la V región, siendo uno de los mayores desastres en 30 años en la región de Valparaíso. El incendio destruyó 9.828 edificaciones, afectando a un gran número de conjuntos habitacionales y comunidades de diversos sectores socioeconómicos. La geografía de las zonas siniestradas impidió el acceso de equipos de emergencias, lo que contribuyó a la destrucción de inmuebles materiales y la pérdida de vidas humanas. Este nivel de devastación trajo consigo la muerte y desaparición de habitantes producto del fuego, hecho que no se había presenciado en nuestro país anteriormente (CIGIDEN, 2024). En cuanto a las pérdidas humanas, el Servicio Médico Legal informa 133 personas fallecidas y 150 personas desaparecidas al 15 de febrero. Este desastre se transforma en el incendio urbano más devastador que ha afectado a la región, superando al incendio de Valparaíso de 2014, convirtiéndose también en el segundo peor desastre socionatural después del terremoto y tsunami de 2010 en los últimos 30 años (CIGIDEN, 2024).
La frecuencia, nivel de devastación y pérdida de vidas humanas producidas por este tipo de desastres socionaturales en nuestro país, obliga a repensar y actualizar el diseño de estrategias colectivas tanto de contención emocional como de abordaje de experiencias traumáticas de las comunidades afectadas. En este contexto, la arteterapia se presenta como una alternativa interesante para trabajar este tipo de traumas en contextos grupales y/o comunitarios, dada la dificultad inicial que experimentan los sobrevivientes de narrar las experiencias traumáticas vividas. Frente a este contexto, cabe preguntarse ¿qué intervenciones con arteterapia se han utilizado en contextos similares? ¿con qué poblaciones y grupos etarios? ¿cuáles han sido los resultados?
Antecedentes y metodología
Los desastres se definen como un evento de carácter imprevisible, repentino y destructivo, de origen natural, tecnológico o antrópico, que genera una importante alteración en las condiciones normales de funcionamiento y organización de la población afectada, y que sobrepasa su capacidad de respuesta (). De este modo, dado que su impacto no solo depende de la magnitud del fenómeno sino también de los factores de riesgo y vulnerabilidad asociados a una comunidad en particular, hablamos de desastres socionaturales (Vargas, 2002). Uno de los principales problemas relacionados con los efectos de los desastres socionaturales es el impacto que llegan a tener en la salud mental de las poblaciones afectadas (OPS, 2002; OMS, 2006). Respecto al abordaje de los problemas de salud mental en emergencias es posible observar una evolución en su enfoque. De acuerdo con Cavanillas y Martín-Barrajón (2012) el interés por la atención psicológica a víctimas de desastres se inicia a mediados del siglo XIX desde una perspectiva clínica, centrada en la descripción sintomatológica, pero no es hasta mediados del siglo XX cuando adquiere una orientación psicosocial. En este sentido, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), el concepto actual de atención psicosocial a poblaciones afectadas por desastres trasciende el de atención clínica psiquiátrica, sino que debe integrar la ayuda humanitaria como uno de sus componentes indispensables (OPS, 2002, OMS, 2006).
El objetivo de esta revisión es indagar sobre el uso de la arteterapia en poblaciones traumatizadas por los efectos de los desastres socionaturales. Para su realización se utilizaron las bases de datos WOS, Scopus, Dialnet, Scielo y google scholar, así como revistas especializadas en arteterapia y desastres naturales en los idiomas español e inglés. Las palabras claves utilizadas para la búsqueda fueron; arteterapia, desastres, desastres socionaturales, salud mental, trauma, contención emocional.
Desarrollo
De acuerdo a la literatura analizada, los estudios realizados con poblaciones afectadas por desastres socionaturales se centran en cuatro grandes áreas: a) estudios sobre la afectación en la salud mental de las poblaciones afectadas por desastres socionaturales; b) estudios basados en la evidencia sobre diversos tratamientos psicológicos para estas poblaciones; c) estudios relacionados con la arteterapia, y otras técnicas expresivas en el manejo del trauma; d) intervenciones comunitarias con arteterapia y otras técnicas expresivas en el manejo de los efectos de desastres
· Estudios sobre la afectación en la salud mental de las poblaciones afectadas por desastres socionaturales
Esta revisión da cuenta que gran parte de la investigación respecto a la salud mental de poblaciones afectadas se ha focalizado principalmente en la evaluación del incremento de trastornos psicopatológicos post-desastres y, en particular, en los trastornos de estrés postraumático y depresivos.
Rojas-Medina, Vargas Machuca, & Trujillo (2008), realizaron un estudio cuyo objetivo era determinar la prevalencia del trastorno de estrés agudo (TEA) y comorbilidad con episodio depresivo mayor (TEA+EDM) en víctimas de la inundación de la ciudad Tingo María-Huánuco, 20 días después del evento traumático. Se aplicó la entrevista clínica estructurada para los trastornos del Eje I del DSM-IV, versión clínica a ciento veinte damnificados (personas del albergue) y 110 afectados (personas en sus viviendas), quienes fueron encuestados y las respuestas comparadas. Las prevalencias de los trastornos estudiados fueron estratificadas por edad, ser mujer, tener una pareja al tiempo de ocurrencia del desastre, estar desempleado cuando ocurrió el desastre, no hablar castellano y tener un nivel de instrucción bajo. Los resultados indican que el 64,8% de la población estudiada fue diagnosticada con TEA y un 28,3% tuvo TEA+EDM. Los damnificados mostraron prevalencias mayores de TEA, 80%, frente a 48,2% en los afectados. Para el caso de TEA+EDM las prevalencias fueron 40,0% y 15,5%, respectivamente. Asimismo, se identifico que las mujeres tienen mayor riesgo de desarrollar TEA y TEA + EDM independientemente de los otros factores. Los autores concluyen que existen importantes diferencias entre las prevalencias de trastornos mentales de las personas que habitan en un albergue o en su vivienda, siendo mayor en quienes se ven obligados a vivir temporalmente en albergues. Asimismo, las mujeres son más propensas a sufrir estos trastornos mentales.
En esta misma línea, Leiva-Bianchi (2011), realiza un estudio para determinar la prevalencia del Trastorno de Estrés Post-traumático (TEPT) en Constitución, una de las ciudades más afectadas por el terremoto y tsunami del 27 de febrero de 2010 en Chile. Se utilizó la escala Short Posttraumatic Stress Disorder Rating Interview (SPRINT-E) para medir la intensidad de los síntomas de TEPT en dos grupos: apoderados de un colegio municipal y personal de la red de atención primaria. Los resultados indicaron que la prevalencia de TEPT en ambos grupos supera las expectativas previas: 36% en los apoderados (esperado 23%) y 20% en el personal de salud (esperado 15%). El autor destaca el serio problema de salud mental pública en esta ciudad y en otras áreas afectadas en general, enfatizando la importancia de hacerse cargo del efecto psicosocial de una catástrofe es todo lo relacionado con el sistema de salud. En este sentido, el autor plantea una serie de etapas para asegurar una respuesta efectiva del sistema de salud ante catástrofes: 1) implementar campañas de contención social, psicoeducación y promoción de higiene mental a través de diversos medios; 2) desplegar equipos psicosociales en campamentos y albergues para brindar primeros auxilios psicológicos y monitorizar la salud mental local; 3) capacitar al personal de salud en diagnóstico, tratamiento inicial y derivación de pacientes con secuelas psicológicas; 4) entrenar a psicólogos y psiquiatras en terapias basadas en el trauma, como la terapia cognitivo-conductual y EMDR, dado que otros enfoques han mostrado ser menos efectivos o incluso contraproducentes en situaciones de desastre.
Estas investigaciones demuestras el enfásis inicial de estas investigaciones, el que estaba centrado en el diagnóstico psicológicos de las poblaciones afectadas desde una perspectiva biomédica. Sin embargo, surgen también estudios que amplían la mirada hacia los efectos psicosociales de estas catástrofes y su impacto en la salud mental de los funcionarios de los sistemas de salud, la necesidad de capacitar al personal tanto en el diagnóstico y tratamiento incial y en el uso efectivo de tratamiento basados en el trauma que hayan provado ser efectivos en estos contextos. Esta visión tiene un foco más preventivo respecto a las acciones que deben implementarse.
b) Estudios basados en la evidencia sobre diversos tratamientos psicológicos para estas poblaciones
Las investigaciones sobre la diversidad y efectividad de tratamientos existentes para poblaciones afectadas por desastres socionaturales sigue siendo un tema de estudio. Nanduri, Vasquez, Veluri, Ranjbar (2023), realizaron una revisión de alcance sobre intervenciones para el trastorno de estrés postraumático (TEPT) en personas que han sobrevivido a desastres naturales. El estudio incluyó catorce ensayos controlados aleatorizados (ECA) que investigaron diversas estrategias como fármacos, suplementos herbales, terapia cognitivo-conductual (TCC), yoga, terapia de exposición narrativa, acupuntura, intervenciones basadas en la web y un programa que combina arte y meditación. Los resultados encontraron inconsistencias en la efectividad de los fármacos, y suplementos herbales, y la evidencia sobre la eficacia del yoga, acupuntura, arte y la terapia de exposición narrativa es aún limitada. La efectividad de las intervenciones está influenciada por factores como la disponibilidad de recursos, la sensibilidad cultural y las preferencias individuales. Se destaca que la TCC es el tratamiento estándar para el TEPT en general y se ha mostrado efectiva también para los síntomas específicos del TEPT relacionados con desastres naturales. Sin embargo, los autores enfatizan la necesidad de evidencia clínica más robusta.
En esta misma línea, pero desde una mirada centrada en las estrategias de afrontamiento comunitario, Villagrán, Reyes, Wlodarczyk, & Páez, (2014), plantean que el terremoto y tsunami ocurridos en Chile el 27 de febrero de 2010 representaron un contexto de desastre que requirió estrategias para mitigar sus efectos. Entre estas estrategias se destacan el afrontamiento comunal (AC), que implica la movilización de recursos sociales para resolver problemas colectivos, y el crecimiento postraumático (CPT), que refiere a cambios positivos percibidos por las personas tras el desastre. Tomando estas premisas, los autores realizaron un estudio que tuvo como objetivo examinar el uso de AC y CPT después del terremoto en una muestra de 80 individuos en Chile. Se identificaron dimensiones como afrontamiento directo, distracción, expresión emocional/compartición y evitación. Asimismo, se analizó la estructura del CPT a nivel individual, relacional y colectivo. Se encontró que el afrontamiento directo, la distracción y la expresión emocional/compartición estuvieron significativamente correlacionados con el CPT y el bienestar social. Los autores recomiendan para futuras investigaciones evaluar el impacto psicosocial de desastres naturales como el terremoto y tsunami, considerando tanto el nivel individual como los recursos y habilidades de las comunidades, así como también la regulación emocional, el apoyo social percibido y recibido, la sensación de control, la resiliencia y el proceso de recuperación post-desastre. Finalmente, plantean la necesidad no solo describir los efectos psicosociales inmediatos de estos eventos, sino también implementar intervenciones que fortalezcan la cohesión comunitaria. Esto implica fortalecer la organización local, fomentar la solidaridad entre vecinos en emergencias y coordinar acciones entre instituciones comunitarias y gubernamentales. Lo que requiere el desarrollo de políticas y planes nacionales que promuevan el capital social, la participación y la cohesión social en contextos de desastre.
Si bien la literatura revisada muestra cierta prevalencia hacia la evaluación de tratamientos basados en la evidencia científica, se observa también una tendencia a estudiar los efectos psicosociales de estos eventos en las comunidades, el fortalecimiento del tejido social, de las instituciones comunitarias y gubernamentales, así como la resiliencia individual y colectiva de aquellos afectados. Esta tensión entre una visión mayoritariamente clínica y una que incorpore las fortalezas comunitarias comienza a visibilizar las complejidades psicosociales que estos eventos catástroficos involucran, así como los desafios en términos de realizar estudios que complementen estas visiones.
c) Estudios relacionados con la arteterapia, y otras técnicas expresivas en el manejo del trauma
Otra perspectiva que emerge en la literatura para el tratamiento del trauma son las terapias expresivas. Kost (2019), realiza una revisión de la literatura identificando la variedad de enfoques que se han desarrollado para el tratamiento de personas traumatizadas. En su estudio, la autora explora y evalúa la evidencia empírica sobre la efectividad de la arteterapia y la atención plena (mindfulness) en una modalidad combinada en el tratamiento del trauma en adultos, considerando los efectos del trauma y cómo integrar adecuadamente la terapia artística y la atención plena en una práctica informada sobre el trauma. Tanto la arteterapia como la atención plena se han aplicado frecuentemente de manera independiente en el tratamiento de adultos traumatizados, reportando resultados positivos tanto en estudios de investigación como en la práctica clínica, esta revisión discute cómo ambas se pueden itersectar creando una práctica sinérgica en el tratamiendo de adultos traumatizados.
La autora examina investigaciones que abordan la autoexploración, la inteligencia creativa, el crecimiento postraumático, la conciencia y la aceptación a través de un enfoque informado sobre el trauma. Las conclusiones extraídas de la literatura indican que, a través de la práctica combinada de terapia artística y atención plena, los adultos traumatizados pueden aprender mecanismos saludables de afrontamiento que mejoran la regulación emocional, fortalecen la resiliencia, integran mejor sus experiencias traumáticas y les ayudan a mantenerse centrados en el momento presente. Aunque este estudio no se enfoca específicamente en adultos traumatizados por desastres socionaturales, sus hallazgos son relevantes para el tratamiento de estas comunidades. La conexión emergente entre terapia artística y atención plena se presenta como una alternativa viable en la práctica terapéutica, respaldada por resultados positivos de investigaciones actuales. Integrar estas técnicas puede ofrecer un enfoque más efectivo y cohesivo para abordar el trauma, basado en fortalezas individuales, empoderamiento y comprensión personal más profunda. Según Kost, al permitir una expresión libre de juicios y cultivar la conciencia del momento presente, la terapia artística y la atención plena actúan como herramientas poderosas dentro de las terapias expresivas, promoviendo la autoaceptación y la compasión. Así, estas prácticas facilitan un tratamiento más creativo del trauma, fomentando una mayor participación del paciente en su proceso terapéutico y apoyando su reconexión con la vida.
Recientemente, Bertomi (2021), realiza una revisión crítica de literatura para explorar cómo la aplicación potencial de las terapia de artes expresivas pueden beneficiar a adultos sobrevivientes de desastres naturales que enfrentan pérdidas no mortales, como la pérdida de vivienda o empleo y pérdidas intangibles como seguridad y comunidad. El estudio se enfoca en el duelo complicado (CG por sus siglas en inglés) y la falta de atención adecuada hacia este tipo de pérdidas en la recuperación de desastres. La autora plantea que el impacto psicológico de estas pérdidas no se aborda lo sufieciente en la actual etapa de recuperación de desastres. Se presenta evidencia que subraya el impacto clínicamente significativo de la pérdida no mortal, destacando que los síntomas de duelo por este tipo de pérdidas se asemejan en gran medida a los del duelo por la muerte, pero el duelo resultante de esta pérdida no es considerado y, por lo tanto, menos tratado con frecuencia. La autora concluye que la terapia de arte expresiva con adultos en duelo, se presenta como una alternativa para ayudar a los adultos a procesar emociones mediante métodos como escritura expresiva, poesía, improvisación musical, psicodrama, y rituales. Además, resalta la necesidad de apoyo social, recursos comunitarios y la construcción de esperanza y significado para la recuperación psicológica.
Estas revisiones de la literatura identifican las múltiples posibilidades de la artetrapia y las terapias expresivas en abordar temas complejos como el trauma o los duelos complejos a partir de un trabajo centrado en las propias capacidades de las personas para procesar emociones de formas diversas, identificando también la importancia del apoyo social y de los recursos que puede brindar una comunidad.
d) Intervenciones comunitarias con arteterapia y otras técnicas expresivas en el manejo de los efectos de desastres
Otra línea de desarrollo identificada en la literatura especializada se centra en las estrategias comunitarias de tipo psicosocial como una alternativa para comenzar un proceso de recuperación psicosocial de personas afectadas post desastre. En el trabajo arte terapéutico con niños destaca el estudio Chilcote, (2007) en Sri Lanka, país que fue afectados por el tsunami de diciembre de 2004 donde más de 30,000 personas perdieron la vida cuando el tsunami devastó áreas costeras. Los niños sobrevivientes presenciaron eventos traumáticos horribles y la pérdida de seres queridos, pero no habían tenido la oportunidad de expresar su dolor y su sufrimiento. La aurora implementó una intervención de terapia artística de 4 semanas en una escuela local para 113 niños de entre 5 y 13 años. Todos los niños fueron afectados de alguna manera por el tsunami (incluyendo la pérdida de un familiar o ser querido, daños extensos o destrucción en el hogar/comunidad, y haber sido testigos personales del tsunami). Para facilitar la intervención, la autora capacitó a una traductora/asistente de terapia pagada (una ex directora de escuela) antes de comenzar las sesiones grupales. En conjunto discutieron temas relacionados con privacidad/confidencialidad, así como los aspectos culturales relevantes de la vida en Sri Lanka, el sistema educativo y los rituales de duelo. Los grupos de niños que participaron en las sesiones de terapia artística tenían entre 6 y 19 años y fueron seleccionados por sus profesores de escuela considerando aquellos que habían sido más afectados por el tsunami y que mostraban síntomas de trauma o duelo. La sesión tenía una duración aproximada de 1 hora. En cada sesión se les pedía dibujar una temática distinta de la experiencia de estos niños, comenzando con "mi vida, yo mismo"; continuando con "el día que nunca olvidaré"; posteriormente "un lugar seguro y mis recuerdos" para terminar con "tres deseos". Al final de cada sesión, se recogían las imágenes de los niños y se fotografiaban digitalmente. La respuesta verbal expresada por cada niño en relación a su obra, se registraba durante la sesión.
Según Chilcote (2007), la terapia artística fue una intervención efectiva, beneficiosa psicológica y culturalmente aplicable para los niños afectados por el tsunami en Sri Lanka. A través de tareas artísticas simples, los niños pudieron compartir fácilmente traumas y dolores que previamente no habían verbalizado. Las obras de arte de los niños revelaron experiencias traumáticas del tsunami, el duelo por la pérdida de seres queridos, la importancia de la familia, la centralidad de la cultura y el patrimonio religioso, así como sus sueños futuros. Mediante la terapia artística, los niños pudieron recuperar el control emocional que se vio afectado por el tsunami y conmemorar su pérdida. Asimismo, el contexto de trabajo en grupos pequeños, permitió que el duelo colectivo fuera presenciado, permitiendo a los niños expresar su trauma junto a otros sobrevivientes. Respecto a la experiencia de trabajar en un contexto culturalmente distinto, la autora plantea que es imperativo desarrollar enfoques de tratamiento culturalmente sensibles para personas no occidentales, en lugar de imponer teorías y métodos orientados hacia la cultura occidental. Por lo tanto, los arteterapeutas deben tener la flexibilidad de adaptarse a diferentes normas culturales.
En esta misma línea, Mohr (2014), exploró el uso de la terapia artística basada en el trauma con jóvenes sobrevivientes del terremoto en la región de Ica, Perú en 2007. Los participantes fueron 11 adolescentes de entre 11 y 19 años que formaban parte de un grupo juvenil enfocado en las artes escénicas y el activismo, quienes habían participado como ayudantes activos en una intervención de arteterapia de 9 meses y que deseaban compartir sus procesos de recuperación post-terremoto. El estudio tuvo lugar 3 años después del sismo y exploró cómo los jóvenes percibían su crecimiento postraumático a través del uso de las artes para atribuir significado a sus experiencias traumáticas. Durante un programa de cuatro meses, los participantes realizaron fotografías, crearon obras artísticas y compartieron sus experiencias con la comunidad, con el objetivo de otorgar una voz visual a los sobrevivientes. A través de retroalimentación, entrevistas con los participantes y notas de campo de la investigadora, se evaluó cómo el proceso creativo permitió a los participantes encontrar crecimiento postraumático al honrar sus recuerdos y obtener una perspectiva más amplia de su experiencia traumática. Los resultados indicaron que la expresión artística facilitó una mayor conexión y empatía con la comunidad, así como el desarrollo de un sentido de propósito más robusto en la vida y un equilibrio interior, ayudándoles a sentir que avanzaban en sus vidas. Este estudio revela la eficacia de la terapia artística para promover el crecimiento postraumático, destacando el papel del arte en fortalecer el equilibrio personal y la esperanza, ofreciendo vías para que los sobrevivientes utilicen la expresión creativa como parte integral de su proceso de recuperación.
Otro estudio con población adolescente es el realizado por Brolles et al. (2017), quienes estudiaron la resiliencia y el proceso creativo en niños y adolescentes haitianos que eran víctimas o sobrevivientes del terremoto de 2010 y vivían en las calles. Implementaron un programa de arte en el hogar de cuidado residencial La Timkatec, un hogar de cuidado residencial que proporcionaba alojamiento, comida, cuidado y educación para niños de la calle. Treinta y tres niños participaron en la iniciativa de 12 sesiones; 15 de ellos eran "internos" (aquellos bajo el cuidado completo del hogar residencial) y 18 eran "turistas" (aquellos que vivían en las calles y utilizaban los servicios proporcionados a voluntad). El estudio exploró cómo estas actividades creativas podrían ayudar en la reintegración social de los niños y permitirles expresar sus reacciones a las múltiples experiencias traumáticas vividas. Los autores plantean que más que ser intervenciones terapéuticas, estos talleres eran principalmente culturales, aunque con un impacto terapéutico. Las "estrategias de mediación creativa" utilizadas buscaban mejorar las habilidades de dibujo y fueron facilitados por varios artistas, un trabajador social y un psicólogo. Las actividades no incluían la verbalización de las experiencias de las representaciones de los niños. Los autores observaron cómo el contexto del terremoto y la vida en la calle afectaron las actitudes y las obras de arte de los niños. Concluyeron que los talleres permitieron el despliegue de símbolos personales y culturales, como música, signos religiosos y la vida familiar y en la calle, promoviendo así la creación y el desarrollo cultural. Los autores plantean que, aunque los artistas participantes tuvieron éxito en enseñar técnicas artísticas, carecían de la capacitación necesaria para manejar las expresiones de las historias traumáticas de los niños. Es este sentido, mencionan que hubo variaciones significativas en los enfoques de los artistas, lo que generó inconsistencias psicológicas y emocionales entre los niños. Algunos artistas fueron receptivos y alentaron la expresión libre de los niños, mientras que otros adoptaron un enfoque más rígido y centrado en la enseñanza técnica. Los autores subrayaron la importancia de incorporar arteterapeutas capacitados en estas intervenciones para proporcionar el apoyo terapéutico adecuado necesario para niños emocionalmente vulnerables.
De igual forma, Henríquez Coronel, y Navas Guzmán (2017), indagaron acerca del efecto de intervenciones artísticas para las personas afectadas por el terremoto de Ecuador de 2017, realizadas por dos colectivos en albergues de la ciudad de Manabí en forma posterior a este evento. Los resultados revelaron que, si bien los albergados inicialmente esperaba donaciones materiales por parte de los artistas, luego de las intervenciones artísticas, que incluyeron baile, canto, títeres, dibujo, los participantes lograron un cambio en su estado de animo. Cabe destacar que en el desarrollo de las actividades utilizaron elementos identitarios, en este caso un héroe local, como un personaje que promoviera un elemento de cohesión. Aunque el estudio no describe en detalle el tipo de intervenciones arte terapéuticas realizadas, se identifica la importancia de incorporar técnicas artísticas a los procesos de recuperación psico-emocional de comunidades afectadas.
En esta misma línea y basándose en la pedagogía Waldorf, los Amigos del Arte de Educación Rudolf Steiner realizan intervenciones de pedagogía de emergencia en regiones con conflictos bélicos y/o catástrofes, Ruf (2015). Este programa de intervenciones se basa en el uso de métodos de la pedagogía Waldorf y terapias relacionadas con la antroposofía para proporcionar apoyp a niños y jóvenes traumatizados para que puedan sobrellevar las experiencias traumáticas y de esa manera impedir que generen secuelas. El modelo esta basado en las siguientes consideraciones conceptuales: a) psicología del trauma; b) el ser humano y el universo en la antroposofía; c) la pedagogía Waldorf; y d) la pedagogía del trauma. Estre las estrategias que utilizan se encuentra la arteterapia dado que proporciona muchas formas de intervención artísticas, que permiten a través de la vivencia anímica del paciente con materiales y su transferencia a formas y colores liberar sus potenciales cognitivos, emocionales y afectivos. De igual forma, el dibujo y la pintura terapéutica permiten una confrontación consigo mismo con el fin de encontrar un equilibrio interno. La músicoterapia es otra estrategia utilizada dada su capacidad de abrir espacios vivenciales internos ya que apela a la conexión con los sentimientos. Su objetivo en el contexto de las intervenciones, es la activación de las facultades musicales y rítmicas con el fin de preservar las fuerzas vitales. Mindfulness o atención plena es otra de las estrategias utilizadas en este modelo, ya que la práctica de estas técnicas pueden ser tranquilizadoras. En este sentido, el modelo de intervención utiliza una variada gama de meditaciones con distintos objetivos que apuntan a una conexión más profunda con el cuerpo. En general este modelo esta muy bien diseñado, estructurado y ha sido utilizado en distintas partes del mundo y iversos contextos con resultados positivos.
Otra experiencia de tipo comunitario la constituye el estudio realizado por Espinoza, Osorio-Parraguez, & Reyes (2016). En este caso las autoras trabajaron con adultos mayores de varias zonas rurales de la comuna de Paredones en la 6ta región de Chile, las que habían sido devastadas por los efectos del terremoto y maremoto del 27 de febrero de 2010. En este contexto, las autoras implementaron sesiones, diseñadas en conjunto con los líderes comunitarios a partir de un diagnóstico participativo donde identificaron el territorio y la música local como elementos significarivos en la vida de estas personas. Los objetivos eran a) proporcionar estrategias para el manejo de la ansiedad ante futuras replicas del terremoto; y b) fortalecer las estrategias de apoyo psicosocial a partir de la memoria colectiva y la identidad local de estas comunidades. Los talleres se realizaron en ocho comunidades rurales y participaron aproximadamente 150 adultos mayores. En cada uno de los talleres participaron entre 15 y 20 personas. El diseño consistía en a) una actividad de apertura centrada en el desarrollo de la autoconciencia acerca de los estados físicos y emocionales para promover la relajación mental y corporal; b) la recreación de su territorio a través de un trabajo individual en que podía utilizar el dibujo, la pintura o el collage y posteriormente la construcción de un collage colectivo que representaba el apego a su territorio; c) la música tradicional del territorio se utilizó como medio para que los adultos pudieron cantar y contar sus historias del terremoto y tsunami, d) el taller finalizaba con una reflexión grupal sobre las experiencias creativas y una "mateada" de cierre. La sistematización de estos talleres permitió el desarrollo de un incipiente modelo de intervención comunitaria basado en las fortalezas comunitarias, que incorpora prácticas culturales basadas en el arte través de terapias expresivas.
Otra área emergente en los estudios revisados es el uso de estrategias de arteterapia como parte de la metodología de investigación. Espinoza, Osorio-Parraguez, & Posada (2019), realizaron un estudio cualitativo de seguimiento con miembros de la Cruz Roja Chilena, quienes lideraron la evacuación del área de Pucón después de la erupción del volcán Villarrica en 2015. Los objetivos fueron: a) examinar la experiencia de estos voluntarios durante la evacuación; b) describir su experiencia durante una intervención psicosocial con arteterapia llamada "Contención Emocional con Voluntarios de Emergencia", realizada en el contexto de la evacuación, para ayudarles a liberar su agotamiento emocional; y c) determinar la relevancia de implementar intervenciones psicosociales con arteterapia durante la etapa de respuesta a desastres. El estudio realizado aproximadamente un año después de la erupción incluyó entrevistas grupales en profundidad y un taller llamado "Reflexión sobre las experiencias de intervención después de la erupción del volcán Villarrica", donde se utilizarón técnicas de arteterapia que incluyeron una actividad de presentación con objetos, trabajo con fotografías y la realización de un collage colectivo. Los resultados identificaron la importancia de implementar intervenciones psicosociales con voluntarios, tanto durante la emergencia como después del desastre. En este sentido, las actividades de arteterapia realizadas durante el periodo de evacuación permitieron a los participantes identificar y tomar conciencia de sus niveles físicos y emocionales de agotamiento personal promoviendo la conciencia del autocuidado y la atención hacia otros voluntarios. Otro hallazgo relevante es el nivel de estrés en los voluntarios durante y después de terminadas las fases de respuesta a una emergencia. Los autores destacan la necesidad de que las organizaciones humanitarias brinden descanso, apoyo y espacios para la expresión emocional de los voluntarios después de concluidas las labores de respuestas a la emergencia.
La arteterapia como estrategia metodológica fue también utilizada por Espinoza, Flores, Pérez, Villalobos y Klener (2024) en un reciente estudio sobre los efectos de la contaminación antropogénica en la salud física y mental de cinco familias que habitan en la zona de sacrificio de Quintero-Puchuncaví y cuyos hijos fueron afectados por un episodio de contaminación masiva ocurrida en agosto de 2018. Este estudio cualitativo utiliza entrevistas familiares, que incluyen estrategias de arteterapia. Cada grupo familiar participó en tres entrevistas. En la primera sesión, realizaron un acróstico basado en la palabra "salud" y crearon un árbol familiar que representaba a tres generaciones. En la segunda sesión, se enfocaron en reflexionar sobre temas emergentes a partir de la sesión anterior y en crear un "mapa del cuerpo familiar" para identificar las experiencias de salud y enfermedad dentro de la familia. La tercera sesión incluyó la creación de una "silueta" del niño, niña o adolescente afectado por intoxicación, junto con la narración de anécdotas y momentos significativos en la historia familiar, explorando así la fortaleza familiar y sus significados. Durante todo el proceso, se reflexionó sobre la metodología y el uso de la arteterapia. Los resultados revelaron la presencia de varias enfermedades que afectan al menos a tres generaciones de familiares de los entrevistados. Sin embargo, los impactos a largo plazo de la contaminación no fueron plenamente reconocidos hasta el incidente de agosto de 2018, que generó en estas familias una conciencia sobre la transmisión generacional y la normalización de los efectos del envenenamiento en sus vidas. Asimismo, los participantes señalaron que el uso de arteterapia en las entrevistas les permitió abrir espacios de comunicación sobre la temática que nunca había tenido antes.
Las diversas líneas investigativas identificadas en esta revisión revelan la variedad de perspectivas teóricas y disciplinares que informan la literatura utilizada para definir diagnosticar y tratar poblaciones traumatizadas. En este ámbito y a partir del terremoto de 2010 en Chile, Cova y Rincón (2010), realizaron una revisión global del estado de la investigación relacionada con el impacto de los desastres naturales en la salud mental y a partir de esta información proporcionar reflexiones respecto de sus implicaciones para el país. Una de las primeras reflexiones de los autores, dice relación con que la investigación a nivel internacional se ha focalizado principalmente en la evaluación de la prevalencia de trastornos psicopatológicos post-desastres y, en particular, en los trastornos de estrés postraumático (TEP) y depresivos. Sin embargo, advierten que esta atención excesiva podría descuidar otros trastornos mentales y problemas psicosociales derivados. Una controversia epistemológica relevante que identifican los autores, se centra en la validez y pertinencia del TEP en contextos culturales distintos al occidental dominante, enfatizando la necesidad de investigaciones que consideren la diversidad cultural de las poblaciones estudiadas. Otra controversia encontrada en la litartura, se relaciona con la pertinencia o no de una mirada psicopatologizadora para analizar las reacciones psicológicas frente a este tipo de eventos. En esta línea, identifican que algunos autores han planteado que el estrés postraumático no representaría un verdadero trastorno mental, sino que correspondería al etiquetado de distintas respuestas de estrés y ansiedad normales frente a situaciones extremadamente adversas. En este sentido, cabe destacar que los desastres en países de menor desarrollo económico tienden a generar impactos mayores en la salud mental de las comunidades. Lo anterior es relevante dado que las consecuencias de éstos en la vida de las personas pueden ser de largo alcance, considerando que los efectos más dramáticos de los desastres son inmediatos, particularmente la muerte, daño y destrucción que generan complejizando la visión de los desastres solo como eventos agudos. Entre las consecuencias a largo plazo, está la pérdida del hogar y la relocalización más o menos permanente de las personas en nuevos contextos, las pérdidas económicas y la pérdida del trabajo. Por lo tanto, se hace importante considerar que cada desastre tiene especificidades que dificultan las generalizaciones. De acuerdo a los estudios analizados por los autores, identifican que la generación de situaciones de adversidad en las condiciones de vida que se prolongan en el tiempo, es uno de los factores más determinantes de las consecuencias de los desastres y si no se resuelven de modo apropiado lo que se espera es una cronificación, e incluso intensificación, de ellas. Los autores concluyen que la perspectiva psicopatológica, presente en la mayor parte de la investigación existente en torno al tema, se muestra limitada para dar cuenta de los procesos que las personas y grupos humanos han vivido y tiende a disociar la experiencia y conductas de las personas del contexto en que se encuentran, biologizándolo implícitamente. Este enfoque corre el riesgo de convertir los esfuerzos de las personas para enfrentar situaciones difíciles en síntomas de enfermedades, desviando la atención exclusivamente hacia síntomas y trastornos predefinidos como los más relevantes. Según los autores, sería más valioso promover respuestas que fortalezcan las habilidades y recursos de individuos y comunidades para abordar sus desafíos, y que no solo se enfoquen en síntomas específicos, sino también en mejorar la calidad de vida. Además, destacan que la investigación epidemiológica convencional no basta, ya que se limita al uso de diagnósticos establecidos sin considerar adecuadamente el contexto ni determinar quiénes realmente necesitan tratamiento para evitar la cronificación de sus dificultades. A pesar de haber sido publicado hace más de una década, este estudio sigue siendo relevante en la actualidad por sus contribuciones significativas a este tema.
Los estudios presentados en este apartado presentan una variedad de estrategias en el desarrollo de intervenciones desde la arteterapia y otras técnicas expresivas centradas en el manejo de experiencias potencialmente traumáticas producto de haber experimentado diversos tipos de desastres socionaturales y antrópicos. Cabe destacar que estas los estudios analizados indican que las intervenciones no necesariamente fueron diseñadas a partir de diagnósticos de trastornos psicopatológicos post-desastres tales como el trastornos de estrés postraumático (TEP), trastornos depresivos o ansiosos, sino más bien, a partir de una visión de los efectos psicosociales que este tipo de catástrofes pueden producir a nivel comunitario y que apunta a la reconstrucción del tejido social y al fortalecimiento de los recursos individuales y colectivos.
Discusión y conclusiones
La revisión bibliográfica identifica el desarrollo de un proceso investigativo a partir de la ocurrencia de desastres socionaturales a nivel mundial. Este recorrido se inicia con investigaciones centradas en los problemas clínicos en salud mental de las personas y comunidades víctimas de desastres, a partir del uso de tests psicológicos que pudieran identificar la prevalencia de sintomatología relacionada al Trastorno de Estrés Postraumático, ansiedad, depresión entre otros trastornos. En paralelo se desarrolla un área de estudios relacionados con los tratamientos basados en la evidencia más apropiados para estas comunidades. Lo que tienen en común estas áreas es que se basan en experiencias individuales que identifican la ocurrencia de estos trastornos solamente como consecuencias del desastre (Rojas-Medina, Vargas Machuca, & Trujillo, 2008; Nanduri, Vasquez, Veluri, Ranjbar, 2023). Sin embargo, en este recorrido comienzan a surgir estudios que incorporan la necesidad de entender estos eventos desde una perspectiva más amplia que incorpore los aspectos psicosociales, contextuales, históricos y culturales de las comunidades y territorios afectados (Cova y Rincón, 2010; Leiva-Bianchi, 2011; Villagrán, Reyes, Wlodarczyk, & Páez, 2014), así como también la necesidad de abordar una perspectiva preventiva (Leiva-Bianchi, 2011). De igual forma, surgen investigaciones sobre estudios relacionados con la arteterapia y otras técnicas expresivas para el manejo del trauma (Kost, 2019; Bertolini, 2021), ampliándose de esta forma el desarrollo de intervenciones basadas en terapias artísticas, las que generalmente son sistematizadas en investigaciones de forma posterior. En este sentido, la literatura identifica investigaciones con niños y adolescentes (Chilcote, 2007; Mohr, 2014; Ruf, 2015; Brolles et al., 2017), adultos mayores (Espinoza, Osorio-Parraguez & Reyes, 2016), la comunidad en general (Henríquez Coronel, y Navas Guzmán, 2017; Espinoza, Flores, Pérez, Villalobos y Klener, 2024) y voluntarios de organizaciones humanitarias (Espinoza, Osorio-Parraguez, & Posada, 2019). Un elemento que resalta de estas experiencias es que su diseño e implementación se basa en la pertinencia etaria, social, cultural y geográfica, con un gran énfasis en utilizar y mantener aspectos identitarios y culturales de las comunidades. Al respecto cabe mencionar la relevancia de la formación profesional de los facilitadores en el manejo del trauma como identifican Brolles et al. (2017), dado que tanto los artistas tendrían que demostrar una sensibilidad hacia el manejo emocional, como los psicólogos o trabajadores sociales hacia las expresiones creativas. De igual forma Chilcote (2007), enfatiza la importancia de la flexibilidad que los arteterapeutas deben tener cuando trabajan en contextos culturales distintos al propio. En esta misma línea, cabe preguntarse sobre la cantidad y disponibilidad de arteterapeutas capacitados para trabajar en estos contextos y con estas poblaciones en los diversos países afectados.
Si bien las intervenciones arte terapéuticas de tipo comunitarios en contextos post desastres parecieran estar aumentando en número e importancia, vale la pena recordar que su implementación esta sujeta a los recursos de las organizaciones, grupos de voluntarios o recursos institucionales a nivel local, regional y gubernamental. Asimismo, el contexto y la premura en la que se deben organizar dificulta la implementación de estudios sobre su efectividad. Lo anterior implica que en la mayoría de los casos solo es posible realizar sistematizaciones del trabajo realizado en forma posterior a las intervenciones que, si bien proporcionan un acercamiento a la efectividad de las estrategias utilizadas, hace difícil obtener una apreciación mas acabada de su impacto inmediato.
Otro de los temas que me parecen interesantes de los hallazgos de esta revisión es la importancia dada a la patologización de los posibles efectos de estos eventos en la salud mental de las comunidades como lo destaca Cova y Rincón, (2010). Esta visión, ampliamente difundida y publicada en estudios tanto nacionales como internacionales, no solo identifica ciertos tratamientos aprobados por la Organización Mundial de la Salud (WHO, 2003), como la terapia cognitivo conductual o el EMDR, sino que también pareciera prevalecer por sobre el valor asignado a otras terapias. En este sentido, al haber ciertas terapias validadas por la Organización Mundial de la Salud, implica que los gobiernos, ministerios u organizaciones encargadas de la salud de la población a nivel local, privilegiarían el financiamiento y acceso a ciertos tratamientos por sobre otros, lo que va en desmedro del apoyo que puedan aportar grupos de psicólogos, arteterapeutas, músico terapeutas u otros profesionales formados en terapias expresivas, privando al mismo tiempo a las personas de estas comunidades de la posibilidad de trabajar estas experiencias traumáticas a través de estrategias más holísticas e integradoras. En este sentido, una de las estrategias que puede ayudar a visibilizar el valor y aporte terapéutico de la arteterapia y otras terapias expresivas es la realización de investigaciones basadas en el arte. En este sentido, Mc Niff (1998) plantea que la investigación basada en arte puede ser un medio válido y valioso para incluirse en la investigación académica. La arteterapia si bien trabaja con arte, la obra no es su fin, pues se centra en el proceso creativo y en el uso del arte como herramienta terapéutica. La obra para la arteterapia es un espacio de diálogo que busca recoger información y dialogar sobre ella, por lo tanto, es también una forma de investigación (Malchiodi, 2003).
Ambos enfoques comparten como premisa fundamental que el arte puede convertirse en una herramienta de exploración para trabajar con personas y comunidades vulnerables. Si bien la investigación basada en arte destaca la autonomía del artista (Tarr, González-Polledo y Cornich, 2017), y cómo este contribuye al conocimiento, la arteterapia pone foco en el proceso terapéutico y el arte como facilitador de la exploración de situaciones y temáticas, generando un espacio resguardado donde la persona pueda comunicarse con los materiales artísticos, los cuales facilitan la expresión y la reflexión a partir de mirarse en su proceso creativo (Marxen, 2011). No obstante, existen ciertas diferencias, ambos enfoques pueden aportar a visibilizar los aportes de la arteterapia al ámbito académico.
Finalmente, y considerando el aumento progresivo y nivel de devastación de desastres a nivel mundial y en nuestro país, se hace necesario repensar y actualizar el diseño de estrategias colectivas de contención emocional y abordaje del trauma de las comunidades afectadas. En este sentido, solo queda esperar que tanto la arteterapia como otras terapias expresivas sigan alcanzando el reconocimiento de su valor terapéutico tanto en el trabajo individual como comunitario, en contextos de desastres socionaturales, aportando así al enorme trabajo que significa la recuperación psicológica posterior a un evento traumático.
Referencias
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